Hoy un nuevo capitulo de remake. Os voy a contar el capítulo
más amargo en la vida de Maddi, que fue, hace un año más o menos. Espero que le
sirva a alguien, esa es la intención, ya que yo tuve mucha suerte, que no todas
las madres tienen, y hay mucho desconocimiento sobre el tema.
Comienzo por el principio. Como ya he contado muchas veces,
parí en casa. Por esta razón tuve la suerte de que la matrona que me asistió en
el parto, viniera todos los días posteriores a visitarnos, hacer las pruebas
pertinentes (talón, vitamina k...) y comprobar que todo iba bien. Parecía que
mi txiki mamaba bien, pero no ganaba peso. Así que sugirió que alquiláramos un
sacaleches hospitalario para incentivar la creación de la misma. Hizo todas las
gestiones, y allí me encontré, con lo que sería mi compañero de viajes durante
más de dos meses.
Un trasto terrible, lo más parecido a una ordeñadora que he visto yo (nada que ver con los sacaleches que yo conocía, de uso doméstico), con un sonido...uff. Bueno, pero al final conseguimos hacernos amig@s, tengo mucho que agradecerle.
Un trasto terrible, lo más parecido a una ordeñadora que he visto yo (nada que ver con los sacaleches que yo conocía, de uso doméstico), con un sonido...uff. Bueno, pero al final conseguimos hacernos amig@s, tengo mucho que agradecerle.
La rutina fue la siguiente durante más de dos meses. Mamar de una teta, mamar de la otra, sacaleches media hora, darle a Maddi la leche extraída con una jeringuilla y el dediko metido en la boca (para que no perdiera el reflejo de succión), limpiar los cacharros, y a dormir. Media hora, y vuelta a empezar. Fue agotador.
A pesar de todo, Maddi ganaba poco peso, y yo tuve varias mastitis, infecciones de leche, síndrome de Raynaud...así que todo indicaba, que tenía frenillo. Su aita también tiene, y su historial no hacía más que confirmar las sospechas. Seguí con mi suerte, y mi matrona de la S.S. entendía mucho del tema (no es lo habitual, ella es europea) y a demás de tratar todos mis males derivados del frenillo, confirmó el diagnóstico y me dio alternativas. No había muchas, tres. O destetar (ni me lo planteé a pesar de todo lo que tuve que aguantar esos meses), o esperar a que creciera (era inviable por todas las consecuencias que estaba trayendo para mi salud) u operarla. Yo no lo veía claro, había parido en casa y ahora iba a meter en un quirófano a mi txiki de apenas dos meses?? pero no había alternativa posible.
Bueno, llegados a este punto, todavía no os he dicho que es
un frenillo, concretamente el frenillo sublingual. Se define como una membrana
mucosa situada bajo la lengua. Si dificulta o impide el movimiento normal de
ésta, se dice que hay anquiloglosia o frenillo sublingual corto (definición
copiada de un articulo de albalactancia en el que explica todo muy bien). Hay 4
tipos. 2 se operan en la S.S. con “bastante” normalidad, el 3 y 4 ni siquiera
se reconocen. Maddi tenía tipo 3-4. Y ahora que???
La matrona nos puso en contacto con el único cirujano pediátrico
del estado que podía ayudarnos, en Madrid y privado claro. Miré y remiré en varios foros, en los que hay muuuchos casos, y nos decidimos. Le
llamamos, nos hizo hueco en su apretada agenda y allá fuimos. En teoría era una
operación sencilla. Para entonces ya sabía de muchas experiencias
(más cercanas) satisfactorias. Una suave sedación (no anestesia) un corte y listo. Así fue. En
menos de tres minutos la tenía ya en brazos. Salimos del hospital pero...tuvimos
una complicación, una hemorragia que no cesó en dos horas.
Dos horas en medio de la calle, en constante contacto
telefónico con el cirujano (que ya no estaba en Madrid) hasta que conseguimos,
parar la hemorragia. A mi, por primera vez en mi vida, me superó la situación,
sólo quería echar a correr, desaparecer de allí. Fue horrible. Gracias a mi compañero, nunca se lo podré agradecer lo suficiente. Tengo que decir
que después de nuestra experiencia el cirujano a cambiado el protocolo, o así
nos dijo que iba a hacerlo, y no da el alta a niños que tengan una sola gota de
sangre (no tenía más cuando salimos del hospital, luego a la media hora, a
chorro)
Y eso fue todo. A las dos semanas, recuperadas las dos
(bueno, yo hoy todavía arrastro...) la lactancia comenzó a ser normal y
satisfactoria, muy satisfactoria. Tengo que dar las gracias a las matronas, I.
y O., a mi hada madrina K. que me acompañó durante dos meses y medio mientras
mi compa trabajaba, a todos los mensajes de apoyo, y también a los que insistían en que le diera
biberón, me hicieron más fuerte. Pero cómo le iba yo a quitar su titiiii????
(Creo que deberíamos recuperar esa época, antes de la
aparición de la leche de fórmula, en el que las matronas, por protocolo,
cortaban el frenillo de los bebes nada más nacer, con el dedo, cuando todavía
es blandito y fácil de hacer, porque esto es muuucho más habitual de lo que
parece)
P.D: Si alguna quiere más información o consultarme algo, me
mandáis un mail que encantada os ayudaré en lo que pueda.
vaya... menudo susto y qué mal rato tuvisteis qué pasar!!! qué campeonas me parecéis todas las madres que a pesar de los pesares seguís con la lactancia materna, yo tengo la suerte de haber tenido y tener una buena lactancia aunque tuve malos consejos de mi pediatra con mi primera leoncita (me cambié de pediatra). El hijo de unos amigos también tuvo frenillo y se lo cortaron al dia siguiente de nacer, creo.
ResponderEliminarjooo, qué mal lo debiste pasar y qué fuerte que puiste; me parece que es importantísimo que esta información se conozca para que la lactancia sea algo más habitual. Gracias por contarnos tu experiencia.
ResponderEliminarUn abrazo enoorme, por lo valiente. Creo que la información es lo primordial y tu hija tiene la suerte de tener una madre excepcional. Yo a lo mejor en tu caso no habría llegado hasta el final, no lo sé, no lo creo. Cuando comenzé con la lactancia apenas sabía nada, y casi no he tenido problemas. Y aún así insistencias externas me han hecho dudar. Admiro tu relato, tu lucha. Gracias por compartir.
ResponderEliminar