He elegido esta imagen para despedir el año porque me he dado cuenta de que reúne elementos que pueden resumir bien lo que ha sido para mi este 2012.
Ha sido un año brutal, el más intenso y maravilloso de mi
vida. Un viaje hacia dentro y hacia afuera. Unos trayectos los he echo
acompañada, otros sola, como correspondía, pero en una soledad buscada y
disfrutada.
Comencé el año embarazada, y en Febrero nacía mi hija Maddi.
Que fuego sentí cuando la recibí, la puse encima mía y nos miramos porfín a los
ojos. Es desgarrador. Como se puede querer tanto, tanto?
He amado más que nunca a mi compañero. Recibimos juntos a nuestra
hija, en casa, y me acompañó, creyó en mi, en nosotras, alivió mi dolor con
esas manos que ya son mágicas, me dio aliento con esa dulzura y paciencia que
le caracteriza. Y he visto cuanto amor es capaz de dar, que es mucho, os lo
aseguro.
Echo de menos a mi madre todos los días, pero este año más
si cabe, no tanto que llega a doler como otras veces, pero si tanto que ha
acabado siendo parte mi, o yo de ella, no lo sé.
Por esto y mucho más, quiero compartir el fuego de mi salón y
con ello cerrar este año y recibir el que viene. Las salamandras las hemos
traído de distintos viajes que hemos hecho. El cuadro siempre estuvo presente
en las casas desde que nací, de hecho, de pequeña creía que era mi madre, hasta
que me llevó al museo de Dalí.
Hogar, fuego, fuerza, calor, mucha calor, sueños, egonean
egon, viajes, raíces, horizonte, luz...
Doy gracias a la vida cada día, hoy, por lo que toca, 300 y
pico más, soy afortunada, muy afortunada y así me siento. Espero que el 2013 con
ilusión, como espero cada amanecer. Deseo que vosotras os sintáis igual de agradecidas,
igual de felices, diría “o más” , pero no sé si se puede.
baita zuri ere!
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